
Si eres un estudiante de español, los acentos en Latinoamérica pueden ser un desafío monumental. Supongamos que has completado tu curso de español y ahora quieres poner en práctica tus nuevas habilidades. Eliges viajar y te encuentras con los cientos de acentos en Latinoamérica… ¡Sentirás que no has aprendido nada!
Pero espera, eso no sólo te va a pasar con los acentos en Latinoamérica. Imagina que en lugar de viajar a América Latina, decides recorrer España. Pues… ¡Te va a parecer que aún no te has despertado de la pesadilla! En la propia España, cada región tiene un acento muy marcado y característico que, a un oído no entrenado, podría parecer otro idioma. Aunque esto pasa con el inglés o el francés, el español tiene en su pronunciación una característica particular.
Hoy nos concentramos en los acentos en Latinoamérica, por qué existen y cuáles son las razones para tal variedad. Verás que España y su diversidad lingüística propia ha tenido mucho que ver.
Antes de adentrarnos en este tema, es clave comprender…
¿Cuáles son las razones por las que existen los acentos?
En términos lingüísticos, un acento es una modulación de la voz que se asocia, generalmente, a una determinada región. En ello intervienen el uso de las estructuras orgánicas encargadas de emitir los sonidos. Aunque el acento puede asociarse a otros elementos como grupos sociales, suele estar ligada a la procedencia geográfica.
Todos los idiomas del mundo tienen acentos. El inglés de un londinense será muy diferente al de un jamaicano. Pero, a su vez, el acento de una chica de Edimburgo será muy distinto al de una de York. Y así, podríamos pasarnos horas diferenciando acentos entre regiones, incluso, hasta dentro de un mismo país.
Pero, ¿por qué hay tanta diferencia en la forma en la que se pronuncia y usan las palabras entre personas que comparten un idioma? Este es uno de los fenómenos más interesantes del estudio de las lenguas. Y aunque la verdad sea dicha, no hay una única explicación, también existen razones muy comunes. Veamos las más interesantes.

La costumbre
Los seres humanos hablamos por y para los demás. Realmente, la comunicación tiene como único fin el vínculo social y la satisfacción de necesidades. A diferencia de otros animales, los humanos dependemos de los demás para subsistir. Y por esta razón, aprendemos, en primer lugar, a comunicarnos con nuestros padres y madres.
Se ha comprobado que desde el vientre materno, aprendemos a identificar la voz de nuestra madre y su entorno más cercano. Podríamos decir que aprendemos a hablar, aún antes de nacer. Luego, más o menos durante el primer año de vida, aprendemos a hablar por imitación.
Imitamos a nuestros hermanos, nuestros tíos y hasta a los amigos de nuestros padres. Aprendemos a decir las palabras de la misma forma que lo hacen quienes nos rodean. Este primer aprendizaje queda fijado en nuestra corteza cerebral y el subconsciente como un tatuaje indeleble.
El acento, es decir, la forma en la que los demás hablan, se queda como la única forma conocida de hablar. Por lo que, un sevillano podrá decir que él no tiene acento de la misma forma que un caraqueño dirá lo mismo. Sólo aprendemos a distinguir nuestro propio acento cuando lo comparamos con otras personas de otros orígenes y latitudes.
Los usos de las estructuras sonoras
El dialecto, o mejor dicho, la parte fonética del uso de un idioma atado a la región en la que se habla, modifica las estructuras orofaríngeas. Una persona, aunque hable el mismo idioma que otra, usará su lengua, dientes, laringe, faringe y naríz de forma particular. El caso más repetido y fácil de distinguir es el uso de la «erre», las «eses» y las «haches» en los diferentes acentos en Latinoamérica y España. Pero veamos algunos muy fáciles de distinguir:
Las erre
En algunas regiones, se usa la lengua en la parte anterior del alvéolo dental para pronunciar la erre. A esto se le llama variante alveolar sonora pues la vibración de la erre se hace detrás de los dientes. Sin embargo, algunos acentos de Latinoamérica como en Costa Rica o al norte de Argentina, usan una «erre fricativa». O sea, vibran la lengua detrás de los dientes.
Y, en algunas regiones, como en las Antillas, la erre se sustituye por un sonido parecido a la «ele». Esto se conoce como lateralización de la erre implosiva.
Las ll y y
Los usos de las haches también diferencian muchos acentos de Latinoamérica. En países como Argentina y Uruguay, los sonidos con «y» y «ll» se arrastran formando lo que se conoce como yeísmo rehilado. Una forma en la que las «ll» y las «y» se usan como una «sh».
La c,s y z
Esta es quizá la pista más fácil para reconocer si alguien tiene algunos de los acentos en Latinoamérica o de España. Verás, en casi la totalidad de América Latina, se produce un fenómeno lingüístico llamado seseo. Es decir, la unificación fonética de las palabras con c,s y z. En los acentos en Latinoamérica, todas suenan como una «s».
Aun así, no creas que esto es exclusivo de los acentos en Latinoamérica, pues es una herencia muy española. Específicamente de los primeros colonos provenientes de Andalucía y las Islas Canarias. En estas regiones de España, el seseo es una variante muy común.
Detrás de estas explicaciones orgánicas y de costumbre para el surgimiento de los acentos en Latinoamérica, hay una muy poderosa. Y tiene que ver con el proceso de colonización de la América española. Veámoslo con detalle, porque es muy interesante.
El aislamiento y la transculturización como razón principal de los acentos en Latinoamérica
América Latina o, mejor dicho, Hispanoamérica, es la «hija pródiga» de España. Una no se explica sin la otra y el proceso de conquista y colonización, aunque vilipendiado por muchos, es clave en la historia. Durante más de 300 años, los españoles conquistaron territorios, fundaron ciudades y dieron a toda América muy buena parte de su forma actual.
Como podrás imaginar, la conformación de los distintos acentos en Latinoamérica, también están influenciados por este proceso. Pues, durante los siglos de presencia española en América, los pueblos tuvieron su propio crecimiento regional.
Debes recordar que la época de la colonia, no se parece en nada a la actual. Es decir, las comunicaciones eran escasas y casi inexistentes en algunas regiones. Los intercambios culturales eran muy puntuales, tardíos y, a veces, no se producían. Por lo que, muchos pueblos latinoamericanos «crecieron» a su propio ritmo. Sin embargo, las influencias, en término de los acentos en Latinoamérica, se deben, en gran parte al origen de sus colonos. Fíjate cómo.
Los colonos y la procedencia de España
Si crees que el proceso colonial fue un plan de Estado, organizado y estructurado, piénsalo dos veces. En la gran mayoría de los casos, a excepción de las grandes capitales y virreinatos, la colonización fue más azarosa que organizada.
Un grupo de españoles pedían o se les asignaba la conquista de un determinado territorio. Este grupo de personas, reclamaban para la corona una región y el Rey, daba su permiso para habitarlo. Entonces, los conquistadores se transformaban en colonizadores. Construían casas, vías de comunicación, escuelas, haciendas, iglesias y órganos de gobierno.
Adicionalmente, no todos los colonos procedían de la misma región de España. La gran parte del territorio americano se regía por colonos procedentes de regiones como Andalucía y Extremadura. En algunos casos, del norte español como el País Vasco y Galicia.
Sin embargo, una cosa eran los oficiales y funcionarios coloniales y otra muy distinta era la población. Los andaluces, canarios, extremeños, gallegos y vascos fueron quienes conformaron la mayor cantidad de colonos «de a pie» en América. Y he allí, una de las principales razones por las que ciertos acentos en Latinoamérica suenan muy similar a los acentos de estas regiones españolas.
La transculturización en los acentos en Latinoamérica
Volvamos nuevamente atrás en el tiempo. En los tiempos en los que América era un territorio inexplorado en muchas regiones y que, en otras, estaba habitado por ciertas tribus nativas. No hablamos del Imperio Azteca o el Inca, hablamos de zonas en las que la población aborigen no era más que un puñado de habitantes.
¿Por qué hacemos esta distinción? Por una razón estratégica básica. Verás, las zonas americanas en las que el Rey destinaba más su atención eran justamente las más pobladas. Y, obviamente, en la que había más recursos explotables. Por eso, ciudades como México o Lima tuvieron un desarrollo más grande que San Pedro Sula o Tegucigalpa.
A las ciudades más importantes de América, a los virreinatos, llegaban las clases más pudientes y educadas provenientes de Madrid. Por antonomasia, las regiones más apartadas eran pobladas por clases sociales más bajas y provenientes de provincias más apartadas de la capital española. Te preguntarás, ¿y qué tiene que ver esto con los acentos en Latinoamérica? Y la respuesta es… ¡Todo! Ya verás por qué.
Los acentos provinciales y el «perfecto castellano»
La España del siglo XV no era, en absoluto, parecida a la España actual. Aunque en el entorno del centro de poder había una gran riqueza cultural y educativa, esto no era generalizado. En regiones más alejadas, el acceso a la cultura y la educación no era igual para todas las clases sociales. Esto influyó tremendamente en la formación de un dialecto propio.
Las personas más cultas, con mayor educación y con mejor nivel lingüístico no eran precisamente quienes conquistaban territorios. Es más, en toda la América española, se podía contar con los dedos de una mano a los miembros de la élite española. El grueso de los colonos eran personas provenientes de las zonas más alejadas a Madrid.
Esto tiene mucho que ver en el proceso de formación de los acentos en Latinoamérica. El acento que predominó en la gran parte del territorio americano es una variante de los acentos de las regiones colonizadoras. O sea, que más que el castellano formal y cortesano, en América se hablaba: andaluz, murciano, canario, extremeño, gallego y de cualquier otra región.
Pero, hay otro punto que quizá sea fundamental en el proceso de creación de los acentos en Latinoamérica y es el mestizaje.
La conformación de la «raza americana»
Simón Bolívar usó como pretexto para justificar la independencia latinoamericana, la separación cultural y económica del reino. Sin embargo, su razón más defendida era que los colonos y su descendencia habían dejado de ser españoles. Aunque esto hoy suene a disparate, este argumento ganó adeptos desde California hasta la Tierra del Fuego.
Según Bolívar, los españoles se habían mezclado con los esclavos africanos y los indígenas locales para formar una «nueva raza». Sin entrar en detalles políticos o históricos, tenemos que decir que, sólo desde el punto de vista lingüístico, quizá Bolívar tenía razón.
Verás, América no se colonizó sólo con españoles. Habría sido imposible. Los colonos españoles se integraron con la población indígena local y, algunos, formaron familias con descendientes. Los esclavos africanos, por su parte, también formaron descendencia con españoles e indígenas. Un proceso que sólo se dio en la América española, pues no fue así en las colonias británicas o francesas.
Estos nuevos americanos, nacieron y se criaron con sus propios acentos y su propia jerga. Palabras nuevas que nacieron de la combinación de vocablos indígenas, africanos y españoles. Esto nos lleva a analizar algunos acentos en Latinoamérica y sus raíces.

Los diferentes acentos en Latinoamérica
Hablar de los acentos en Latinoamérica nos llevaría miles de horas y cientos de páginas, sólo para mencionarlos. Cada pueblo, cada ciudad y cada región tiene su propio acento. No sólo en Latinoamérica, en España, es difícil hablar de «acentos únicos». El andaluz de Sevilla y el de Almería son tan diferentes como el acento de Santander o el de Bilbao.
Aun así, nos es más fácil y didáctico hablar de variantes regionales muy similares en los acentos en Latinoamérica. Fíjate en sólo algunas de las más destacadas:
México
México es un caso único en los acentos en Latinoamérica. El mexicano central tiene marcada ascendencia del Náhuatl y un contacto más directo con el español madrileño. Pero, a su vez, el mexicano del norte combina un acento vasco con un mayor contacto con las tribus amerindias de Norteamérica. Sin embargo, el sur mexicano se ha nutrido del acento extremeño y lo ha combinado con lenguas mayas. Por ende, un mexicano de Monterrey y uno del DF hablan de forma diferente.
Centroamérica
Desde el sur de México, más precisamente en la Península de Yucatán, hasta el sur de Honduras, el acento puede tener coincidencias. La «erre fricativa» y el uso de palabras provenientes de las lenguas nahuas predominan. El «voseo» y la pronunciación más pausada son dominantes. Por supuesto, la influencia del Caribe ha tenido mucho que ver en la conformación del acento.
La América Caribeña
El Mar Caribe es una de las zonas con mayor similitud entre los acentos en Latinoamérica. Desde las costas mexicanas del Caribe, pasando por Panamá, norte de Colombia, Venezuela, Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana. Todos tienen una acentuación muy similar al acento de las Islas Canarias con un seseo predominante y el uso de la aspiración final de la «s».
La zona Inca
Desde el sur de Colombia hasta el norte argentino, el contacto con el Aimara y el Quechua, ha dado una acentuación diferente. En estas zonas, las lenguas indígenas han aportado la erre fricativa y el voseo como forma de hablar más común.
El Pacífico suramericano
La influencia de esclavos africanos en la costa del Pacífico en países como Ecuador, Colombia y Perú, ha cambiado su acento. En estas zonas, se usan vocablos provenientes de lenguas africanas combinadas con acentos españoles.
Chile
Chile es, en sí mismo, uno de los acentos en Latinoamérica más diferenciados. En este país, el Mapuche ha sido clave en la formación del acento. El hablar más acelerado y el uso de una jerga propia lo clasifican como uno de los acentos más distinguibles en Latinoamérica.
Argentina, Paraguay y Uruguay
El caso de Argentina es muy similar al mexicano debido a las diferencias de acentos en el país. Por un lado, el norte argentino tiene un acento en el que las erres fricativas y el contacto con lenguas indígenas del sur boliviano ha sido influyente. Adicionalmente, en las zonas más al este, la influencia del portugués y el guaraní han forjado un acento diferenciado. En la misma forma que se ha formado buena parte del acento paraguayo.
El acento porteño, similar al acento uruguayo y en el que el voseo y la influencia del italiano han tenido mucho que ver. Debemos recordar que Argentina y Uruguay son los países latinoamericanos con mayor número de descendientes de inmigrantes italianos.
¿Cómo aprender los acentos en Latinoamérica?
Antes de nada, es clave decir que no hay un acento «mejor» o «peor». Los acentos son parte indivisible de la identidad cultural de los pueblos y siempre será así. Por ende, es imposible hablar de mejores acentos o acentos inentendibles. Cualquiera puede, con solo un poco de contacto, dominar un acento con gran destreza.
Las jergas y modismos locales son otra cosa y para entenderlos mejor, no hay nada como la tecnología. En la actualidad, herramientas como las apps de traducción de Talkao son ideales para comprender miles de palabras del español. Sin importar cuál sea el acento en Latinoamérica al que te enfrentes, siempre podrás usar el Diccionario Talkao para saber su significado y sus usos. Además, podrás emplear decenas de sinónimos y expresiones similares.
Por último, con apps como Talkao Translate, podrás hablar con cualquiera de los acentos en Latinoamérica así el español no sea tu lengua materna. Sólo usando tu móvil, podrás traducir cualquier variante del español a más de 125 idiomas en segundos.