Cuando Valeska hizo su currículum para su actual empleo, escribió: «Hablo polaco con fluidez». El puesto no requería el dominio de idiomas y, en el mejor de los casos, exigía que tuviera un nivel medio de inglés. Entonces, ¿por qué mentir? Honestamente, es algo que muchos hemos hecho muchas veces. Hemos dicho que somos maestros del Excel cuando sólo podemos hacer un par de fórmulas o poner celdas con colorines. ¿Quién no ha escrito que es muy sociable y ama el trabajo en equipo? ¡Que tire la primera piedra el que nunca lo haya hecho!
Valeska pensó que poner «hablo polaco», sería una habilidad que jamás necesitaría, pero le daría algunos puntos… ¡Hasta que la mentira le explotó en la cara!
Hoy veremos cómo esta aparentemente inocente mentira le hizo sudar frío a Valeska. Pero también veremos como su empeño en aprender polaco la llevó a ser, hoy en día, la directora de una importante empresa internacional.
La historia de Valeska y la decisión de escribir «hablo polaco» en su currículum
Antes de empezar y que juzguemos a Valeska con dureza. Lo de «hablo polaco» no es del todo mentira. Sin embargo, no era una verdad absoluta. Lo de «hablo polaco» era una media verdad (aunque si nos ponemos muy estrictos, las medias verdades son también medias mentiras, ¿no?). En fin, es muy importante conocer a Valeska antes de juzgarla.
Valeska es venezolana. De hecho, se podría decir que es «muy venezolana», si es que eso es posible. Como la gran parte de la población de este país sudamericano, Valeska es el producto de mezclas de migrantes de diferentes orígenes. La familia de su padre había emigrado desde las Islas Canarias hacía más de 60 años. Su bisabuelo paterno llegó a las costas venezolanas con cinco años de edad. Por lo que ella era la tercera generación de canarios nacidos en Venezuela.
Por otro lado, su madre es la segunda generación de emigrantes polacos llegados a América huyendo del horror de la II Guerra Mundial. Como millones de judíos del este europeo, sus abuelos decidieron huir antes de caer en los campos de concentración. Su destino final era Argentina. Pero el barco en el que viajaban tuvo un problema técnico y tuvo que atracar en un puerto venezolano. Los abuelos de Valeska nunca volvieron a subir al barco, pues se enamoraron de esta tierra que los recibió con los brazos abiertos.
Esta es una más de las millones de historias de migrantes venidos de los cuatro confines del mundo a tierras americanas. En cada país de América hay historias de inmigración muy conmovedoras. Pero, el asunto que nos trae hasta aquí es que Valeska podía decir «hablo polaco» porque su abuela la había enseñado de pequeña.
Las enseñanzas de la Babunia: El origen del «hablo polaco» de Valeska
Nuestra amiga Valeska vivió toda su vida en Caracas, la capital de Venezuela. Sus padres trabajaban muy duro en el negocio familiar. Por lo tanto, su babunia (algo así como «yaya» en polaco), era quien la cuidaba de pequeña. Su abuela, nacida en Cracovia, nunca habló español con fluidez. Es más, no le gustaba mucho hablar en un idioma que se le hacía muy complicado. Por lo que, la abuela siempre hablaba en polaco en la intimidad del hogar.
La dinámica abuela-nieta era muy particular. Babunia hablaba a su nieta en polaco y la nieta le respondía en español. Era fantástico, la abuela le enseñaba a la niña su idioma materno y la nieta le enseñaba a la abuela a desenvolverse en español. Una se transformó en la maestra de la otra. Una costumbre que mantuvieron hasta la muerte de su abuela cuando Valeska era ya una mujer.
Ya siendo mujer, Valeska decía eso de «hablo polaco» como una forma de mantener el vínculo con su abuela. Sin embargo, nunca había tomado clases y sólo tenía un nivel básico. Podía hablar con cierta soltura, pero no sabía escribirlo y no tenía la mínima noción de gramática. Un tecnicismo aparentemente insignificante que la salvó más adelante para justificar la afirmación de su currículum. O sea, ella nunca dijo «soy experta en el idioma y lo domino a la perfección», sólo dijo «hablo polaco». Y no mentía… ¡Pero tampoco decía toda la verdad! Y esto casi le costó su trabajo.
Las mentiras de las solicitudes de empleo
Frente al ordenador y escribiendo su hoja de vida, Valeska escribió «hablo polaco» como un detalle extra. Algo que no hacía mal a nadie y que jamás pensó que nadie comprobaría. Pero, como hemos dicho antes, ella no mintió del todo, pues hablaba un poco del idioma. Aunque, en honor a la verdad, su nivel era muy básico como para afirmarlo con tanto descaro.
Valeska es contable y fue una de las primeras de su promoción en la universidad. Se había especializado en contabilidad forense, una rama de su profesión muy demandada y con pocos especialistas. Sus calificaciones y sus destrezas habían llamado la atención de una de las firmas de consultoría más importantes de su país. Esta empresa le había ofrecido el puesto de Analista de Cuentas. Por lo que, el currículum era una mera formalidad para los archivos de recursos humanos.
Muchos de sus compañeros habían escrito que practicaban algún deporte o que eran virtuosos guitarristas. Esto, según los expertos en búsqueda de empleo, eran habilidades extra que no se relacionan con el trabajo, pero que suman puntos a tu aplicación. Así que, Valeska escribió «hablo polaco» como quien ponía «practico waterpolo» o «soy violinista». Una habilidad más que la haría ver como alguien interesante… ¡Y no era totalmente cierto!
Valeska no necesitaba idiomas en su trabajo
La empresa la había contratado de inmediato y sin siquiera darle un vistazo a su currículum. No lo necesitaban. La consultora era una de las más grandes de su país y era filial de una firma multinacional con sede en Estados Unidos. Trabajar aquí era el sueño de cualquier contable. Pagaban el doble o el triple que una gestoría convencional y los clientes eran bancos, aseguradoras y empresas extranjeras.
Para la firma, Valeska era una candidata perfecta. Se había especializado en contabilidad forense y tenían una serie de atributos muy importantes para la empresa. ¡Y ninguno tenía que ver con hablar polaco o cualquier otro idioma! Ella hablaba el idioma universal de los números, los asientos contables y las finanzas. Eso era más que suficiente y la empresa la consideraba como una de sus jóvenes promesas.
Sin embargo, todo este aura de profesionalismo y crecimiento dentro de las filas de la empresa casi se vino abajo. Su futuro dentro de la empresa estuvo a punto de irse por la borda el día que el director general la llamó a su despacho.
«Necesito de tus habilidades en polaco»: Una frase que la hizo temblar
Una mañana cualquiera, Valeska estaba trabajando en su cubículo de dos por dos. Tenía una taza de café en la mano mientras con la otra tecleaba números dentro de una hoja de Excel. Todo iba bien y como cualquier otro día. Hasta que el teléfono de su escritorio sonó. Era la secretaria del jefe, pero no del jefe de su departamento, era… ¡La secretaria del director general!
Sabía que no la iban a despedir o reprender. El gran jefe no se encarga de esas menudencias. Entonces, ¿para que la necesitaba a ella, una analista del tercer piso? A medida que el ascensor subía, el temor se iba incrementando y las piernas de Valeska comenzaban a temblar. La secretaria la hizo pasar de inmediato, el director la esperaba sentado en su despacho.
一Veo que en tu solicitud de empleo pones «hablo polaco»一 dijo el jefe sosteniendo una copia del currículum de Valeska.
一Bueno, sí hablo polaco aunque no soy experta一 respondió Valeska adelantándose y sintiéndose descubierta.
一¡No importa! No necesitamos a un traductor experto, sólo alguien que pueda servir de anfitrión para un alto ejecutivo polaco que nos visitará mañana 一La respuesta del jefe fue aún peor de lo que ella imaginaba.
El jefe quería que ella, la misma que había dicho «hablo polaco», atendiera a un alto cargo de una empresa polaca. Además de ser un polaco nativo… ¡Era un directivo de una empresa de alcance global! Es decir, seguramente sería un tío culto y con una dicción muy avanzada en comparación con su chapurreo básico y de bajo nivel. Ahora sí que sería el fin de su carrera. Pero, como verás, no todo fue tan malo.
«Hablo polaco pero prefiero el español» Las palabras que le devolvieron la vida a Valeska
El gran jefe quería que Valeska fuera traductora y anfitriona para este ejecutivo polaco. El visitante estaba en Venezuela en un viaje de negocios en el que iban a firmar un gran acuerdo comercial con el gobierno. La empresa estaba buscando una firma contable que le hiciera los impuestos y revisara sus cuentas. Un contrato muy jugoso y que el jefe de Valeska quería a como diera lugar. Por esta razón quería agradar al visitante con una empleada que, además de una contable estrella, hablaba en su idioma.
No hace falta decir que Valeska no durmió nada la noche anterior. Sudaba frío y se arrepentía mil veces de haber escrito «hablo polaco» en su hoja de vida. Esta imprudencia estaba a punto de pasarle factura. Imaginaba en su cabeza al polaco enfurecido y yéndose de la oficina tras su bochornosa traducción.
También imaginaba a su jefe echándola a patadas de la empresa mientras ella cargaba una caja con el contenido de su escritorio. Todas estas pesadillas le revolvían el estómago y le daba un pavor inaudito.
Llegó una hora antes a la oficina y bebió algo así como siete cafés. Estaba nerviosa y temblaba. A la hora acordada, el teléfono de su cubículo sonó y la voz de la secretaria del jefe se escuchó del otro lado:
一Puedes subir Valeska, el jefe te espera.
Llegó a la oficina del Director y a los pocos minutos se abrió el ascensor del que salió el ejecutivo de la empresa polaca. Valeska balbuceó con un acento horrible:
一Dzień dobry, witam一 Trataba decir: «Buenos días, bienvenido»
一¡No! Hablo polaco pero prefiero hablar español 一dijo el ejecutivo y Valeska respiró aliviada.
Como nunca antes agradeció las palabras de su jefe:
一Entonces, vuelve a tu oficina Valeska, no te vamos a necesitar.
Valeska transformó su «hablo polaco» en una realidad… ¡Y su vida cambió!
Para fortuna de Valeska, el ejecutivo polaco era el encargado de negocios para América Latina de la empresa con base en Varsovia. Este hombre, polaco de nacimiento, era hijo de un diplomático de Polonia y había vivido muchos años en Costa Rica y México. Por ende, hablaba español con mucha fluidez y con un acento mexicano muy marcado.
El ejecutivo quería hablar a solas con el Director de la firma, pues tenía que tratar temas confidenciales que tratar antes de tomar una decisión. De camino hacia su cubículo, Valeska respiraba aliviada pero sabía que se había salvado por los pelos. Esta mentira pudo haberle costado el puesto y su futuro dentro de la empresa. Y por eso, tenía que tomar cartas en el asunto.
Tenía tres opciones. Primero, podría irse de la empresa antes de que la descubrieran y todo se fuera al traste. Esa opción quedó descartada de inmediato, pues era una de las empresas más grandes del país y ella era una de las analistas más apreciadas.
La segunda opción era hablar con su jefe y decirle que había mentido. Le diría que aunque hablaba algo de polaco, no tenía sino un nivel muy básico. Esto podría traer consecuencias. El jefe podría preguntarse: «en qué más me ha mentido esta chica». Eso sería una mancha indeleble en su historial.
La tercera opción, la que Valeska tomó, era aprender polaco. Eso de «hablo polaco» podría ser una realidad si se dedicaba a aprender el idioma. Pero, había un problema, en Venezuela no había academias de polaco y no era un idioma común en el país. Era difícil, pero gracias a la tecnología, Valeska logró aprender polaco en tiempo récord.
Apps de traducción, webs y recursos innovadores
Aunque siguen siendo la opción más recomendada por los expertos, hoy en día no necesitas ir a una academia de idiomas tradicional. Con una conexión a internet, puedes aprender cualquier idioma sin moverte de casa. Y eso fue lo que hizo Valeska. Se inscribió en un curso online y descargó las apps de traducción de Talkao.
Todos los días, con una disciplina admirable, Valeska cogía su diccionario online Talkao y apuntaba decenas de palabras en un cuaderno. Con la app Talkao Translate, escribía la palabra para aprender cómo se pronunciaba. Luego, hacía el proceso inverso. Le hablaba al traductor en polaco y comprobaba que la traducción en español funcionaba.
Así, poco a poco, Valeska fue aprendiendo gramática, pronunciación y escritura. Su seguridad en polaco iba aumentando en la misma medida que su nivel aumentaba. Al cabo de seis meses, eso de «hablo polaco» ya no era una verdad a medias… ¡Era una verdad como un templo!
Hablar polaco le abrió las puertas de su presente
Las cosas en su país no iban bien y la empresa de Valeska tuvo que cerrar operaciones. En muy poco tiempo había pasado de ser una joven promesa dentro de una de las firmas consultoras más grandes a una desempleada más. Emigrar era una opción cada vez más viable, pero ella no quería ir a la aventura a hacer cualquier cosa como muchos conocidos suyos.
Tuvo que volver a escribir su currículum. Escribió sus títulos y cursos. Describió con detalle sus habilidades y formaciones. Pero, lo que hizo con más seguridad que nunca fue escribir en negritas: HABLO POLACO. Ahora podía decirlo sin miedo y en lugar de ponerlo al final del currículum, lo incluyó en las primeras posiciones de la hoja.
Hablar polaco fue la llave del éxito de Valeska. Una de sus aplicaciones de empleo había ido a una consultora americana en Texas. Por cosas del destino, la empresa buscaba una persona que sirviera de enlace para unas empresas polacas que estaban en el negocio petrolero tejano.
Como si el trabajo estuviera hecho para ella, la empresa buscaba una joven contable forense con experiencia y que hablara polaco… ¡Era un sueño hecho realidad!
La empresa se encargó de todo el tema migratorio, le pagaron un piso en las afueras de Austin y un sueldo muy sustancioso. Le dieron un gran despacho y hoy en día es una de las ejecutivas con mayor valoración en su nueva empresa.
Valeska mira hacia atrás y agradece mucho a su «babunia» por haberle enseñado lo básico del polaco. También agradece a su suerte porque aquel ejecutivo quería hablar español. Pero lo que más agradece es su propio esfuerzo en transformar el «hablo polaco» en la clave de su éxito.