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¿Sabías que el traductor salva vidas? Sí… ¡Cómo lo has leído! El traductor del móvil ha salvado muchas vidas al permitir la comunicación entre médicos y pacientes. Especialmente, en un entorno como la sala de urgencias donde todo es caos y prisas. En algunas situaciones, una simple conversación puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso, cuando un paciente que no habla el idioma del médico o del personal del hospital, el traductor salva vidas.
Hoy veremos algunas de las historias más interesantes del uso del traductor como herramienta médica. Los médicos que han usado el traductor móvil nos cuentan cómo ha sido más valioso que cualquier monitor o equipo. Veremos algunos casos en los que el traductor salva vidas de pacientes que llegan al hospital llenos de confusión y miedo.
Probablemente, estas serán algunas de las historias más conmovedoras que veremos del uso de las herramientas de traducción. ¡Prepárate para sorprenderte con algunos giros inesperados! Veamos cómo el traductor salva vidas y ha cambiado el destino de muchas personas.
¿Por qué es importante la comunicación en la sala de urgencias?
Si alguna vez has tenido la desdicha de visitar una sala de emergencias, habrás notado que nada se deja al azar ahí. Los médicos y enfermeras corren de un lado para otro y el personal del hospital está siempre en tensión. No es que así lo quieran… ¡Es que así deben estar! Sobre todo, cuando un segundo de descuido puede ser la diferencia en la vida de un paciente.
En urgencias, cualquier detalle importa. Los médicos y paramédicos le dan mucha importancia a todo lo que rodea a una urgencia. No hay datos superfluos o insignificantes. Toda información es relevante para salvar la vida de un paciente. Por supuesto, en algunas oportunidades, nadie tiene tiempo para hablar y sólo para actuar. Sin embargo, una vez resuelta la emergencia, los médicos tratan de entender todos los elementos que la han causado.
Así, mediante toda la información que puedan recopilar, los médicos pueden hacer un diagnóstico acertado. Y, muchas veces, esa información proviene del propio paciente. Asimismo, los médicos hablan con los pacientes para completar los datos faltantes. Eso les ayuda a establecer el mejor tratamiento posible, prevenir daños futuros y asegurar el bienestar de sus pacientes.
El interrogatorio como herramienta médica
No todas las urgencias son traumas. Asimismo, no siempre las cosas en las salas de urgencias son como en la tele. Es decir, no todas las emergencias son de heridos que llegan inconscientes y debatiéndose entre la vida y la muerte. Nos sorprendería mucho saber que en la mayoría de las urgencias, los pacientes entran conscientes y capaces de conversar con su médico.
En algunos casos, los pacientes, aunque incómodos y con dolor, pueden explicar las causas, síntomas y antecedentes de su caso. Aunque el paciente no esté en condiciones de hablar, los acompañantes, testigos o el personal paramédico puede dar información útil. Pero, ¿qué hacen los médicos con esta información? Fíjate cómo esta pequeña conversación puede aportar datos muy relevantes.
El trabajo de detectives de las salas de urgencias
El personal médico, paramédico y de enfermería valora mucho el interrogatorio directo o indirecto por muchas razones. Primero, les permite saber los antecedentes, alergias, síntomas o enfermedades del paciente. Además, les permite conocer los hechos que rodean la urgencia para así unir los puntos que conllevan a un diagnóstico. Por último, toda esta información les permite diseñar el mejor tratamiento para recuperar la salud del paciente.
En la mayoría de las veces, este interrogatorio puede hacerse antes o después de las maniobras que garantizan la vida. A veces, se hace en simultáneo y, aunque no parece, los médicos apuntan cada dato como relevante. Pero, ¿qué pasa si el paciente no puede comunicarse con el médico porque habla otro idioma? Es aquí cuando el traductor salva vidas. Veamos cómo con unos ejemplos contados por médicos de urgencias.
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Caso 1 del traductor salva vidas: «Me arde la tripa», una frase que lo cambió todo
Esta historia nos la ha contado Daniel, un médico de urgencias que trabaja en un hospital de Miami. Es uno de los casos más curiosos porque se trata de una situación muy común en los hospitales, pero que sin el traductor no habría podido resolverse. Veamos como para Achebe, un hombre nigeriano, el traductor salva vidas lo ayudó a salir airoso de una situación confusa.
Era una noche bastante «normal» en la sala de urgencias del hospital. Si es que «normal» puede considerarse como tal. Pero, al menos para Daniel, todo era más o menos como siempre. Es decir, llegaban algunos casos de accidentes de tráfico, personas que se habían pasado de copas o gente con diferentes dolencias.
Sin embargo, un hombre de mediana edad llegó casi arrastrándose a la puerta de la sala de urgencias. Este hombre estaba sudoroso, pálido y se quejaba mucho de un dolor en su torso. A las primeras de cambio, todos los síntomas se correspondían con un infarto o un evento cardíaco. Lo que pasa, de acuerdo con Daniel, es que los mismos síntomas pueden explicar cientos de trastornos.
No sabían qué pasaba y todo parecía un misterio
Lo primero que notó Daniel era que el paciente no hablaba inglés. En Miami, esto no es extraño, pues es una ciudad en la que viven personas de todo el mundo. Siendo hijo de inmigrantes, Daniel le habló en español y al no responder, pensó que podía hablar francés. Le pidió a una de las enfermeras que le preguntara en francés para saber dónde exactamente le dolía…. ¡Nada! No había forma de comunicarse con el paciente.
El tiempo pasaba y los estudios no revelaban ninguna señal de infarto o algún problema con su corazón. Tampoco había nada malo con sus órganos, por lo que una apendicitis o un problema biliar estaba descartado. Aun así, el hombre seguía revolviéndose del dolor sobre la camilla.
Daniel, que había estado de viaje recientemente, recordó que había descargado una app de traducción. Con paciencia, fue probando en diferentes idiomas. Comenzó con el portugués y siguió probando con el creole haitiano hasta el suajili. Cuando casi estaba a punto de tirar la toalla, probó con el yoruba, un idioma muy común en Nigeria.
¡Bingo! El traductor descifró el misterio
«¿Dónde le duele?». Daniel le habló al traductor de su móvil una vez más, pero a diferencia de otras veces, al hombre le brillaron los ojos. «Inu mi njo» o «me arde la tripa» fue la respuesta de Achebe. Era un inmigrante nigeriano que había llegado sólo hacía unos días a Miami. Este hombre sólo hablaba yoruba y el traductor salva vidas pudo ayudarlo.
A través de una conversación por el móvil, Daniel pudo averiguar que esa tarde Achebe había comido en un restaurante mexicano de la ciudad. La acción del picante le había incrementado una gastritis que tenía desde hacía muchos años. El ardor estomacal era muy intenso y no le permitían moverse con facilidad. Su dolor en el esófago se confundía con dolor del pecho y la sudoración parecía un caso típico de infarto. Afortunadamente, gracias al traductor salva vidas, todo se pudo resolver con un par de medicamentos.
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Caso 2 del traductor salva vidas: La «rara» enfermedad de Gustavo
En este caso el traductor salva vidas llegó tarde. Y no, antes de que lo pienses, no sucedió nada malo, pues es el propio paciente el que nos lo ha contado. Lo que sucedió es que por culpa de las barreras del idioma, se armó todo un lío gigantesco. Algo que se habría resuelto en minutos con un traductor salva vidas.
Gustavo es ejecutivo de una empresa de gestión financiera en Costa Rica. Nuestro ejecutivo es uno de los mejores abogados de la empresa con alta experiencia en el sistema tributario de su país. Sin embargo, a pesar de toda su experiencia, Gustavo no habla inglés ni otro idioma diferente al español.
Aislado y observado en Helsinki
Esta historia sucedió hace más de veinte años cuando el traductor salva vidas no existía. De haberlo tenido, Gustavo se habría ahorrado uno de los peores momentos de su vida. También, es importante saber que sucedió muchos años antes del COVID y todo lo que se aprendió de esta pandemia.
Nuestro abogado estaba en Finlandia asistiendo a una conferencia sobre sistemas tributarios. Antes de ir a la capital finlandesa, Gustavo había estado en una excursión a una parte de la selva costarricense.
Al poco tiempo de llegar a Helsinki, Gustavo no se encontraba bien. Le dolía mucho la cabeza y se sentía débil. Tenía un poco de fiebre y el malestar del cuerpo era ya preocupante. Desesperado, cogió un taxi y se fue a urgencias y allí… ¡Se desató el pandemónium!
Gustavo casi provocó una alerta sanitaria
Una doctora residente lo atendió de forma muy amable aunque no hablaba inglés y Gustavo no hablaba otro idioma distinto al español. La doctora dejó que los monitores hablasen por el paciente. Además, la joven médico le llevó una serie de dibujos de la figura humana para que le indicase dónde le dolía.
La doctora, quizá por su inexperiencia, estaba desconcertada. No se parecía a nada que ella hubiera visto en su reciente paso por la universidad en Finlandia. Así que, visto el cuadro tan «extraño» llamó a su jefe, el médico encargado de la sala de urgencias. Este doctor, con más experiencia y años de trabajo, tampoco supo diagnosticar a Gustavo.
Le hablaban en inglés pero para él era como si le hablasen en marciano. ¡No entendía nada! Y sólo se podía comunicar con señas. Al poco tiempo, el caso era noticia en todo el hospital. El jefe médico del hospital ordenó el aislamiento inmediato del paciente previendo una epidemia nacional.
Al turista costarricense lo vieron todos los médicos del hospital. Gente con trajes especiales venían, le hacían muestras de saliva, de sangre y nada, nadie podía saber que tenía.
Nadie le preguntaba nada… ¡Y se habrían ahorrado mucho tiempo!
Nadie le preguntaba nada. Los médicos se limitaban a hacerle pruebas y discutir el caso entre ellos. Hasta que un joven mexicano pidió permiso para ver al paciente. El joven no era médico del hospital… ¡Ni siquiera era médico! Este muchacho era un estudiante de medicina que estaba de prácticas en el hospital.
A este punto, la desesperación de los médicos era tal que no les importaba quién se involucrara en el caso. El joven estudiante salió de la sala de aislamiento con una sonrisa en su cara. Los médicos estaban desconcertados porque el joven se había quitado la escafandra para hablar con el paciente…¡Pensaban que se había vuelto loco!
«Este hombre tiene Chikungunya y, a menos que un mosquito nos pique a menos 10 grados bajo cero, estamos todos a salvo» La extraña enfermedad de Gustavo era una enfermedad común en el trópico y que solo se transmite por las picaduras de mosquito. De haber usado el traductor salva vidas, todo el lío que se armó con Gustavo, se habría evitado.
Como estos dos casos hay miles. Casos aparentemente complejos que se han podido resolver con sólo una conversación. Esto nos lleva a lo siguiente.
Viajar con el traductor salva vidas: Una herramienta infaltable en tu equipaje
Usar las aplicaciones de traducción puede ser muy útil en tus viajes. Si estás de vacaciones, puede ayudarte a comunicarte con los demás de forma rápida y sencilla. Además, puede hacer de tu viaje una experiencia más enriquecedora y divertida.
Pero, como hemos visto, el traductor salva vidas. Si usas una app como Talkao Translate podrás comunicarte con el personal del hospital en casos de emergencia. Adicionalmente, usando apps como el traductor cámara puedes leer cualquier prospecto o cualquier información relevante sin importar el alfabeto. Asimismo, puedes usar la aplicación de traducción escrita para descifrar cualquier receta o indicaciones médicas en tus viajes.
Las apps de traducción de Talkao te permitirán comunicarte en más de 125 idiomas de forma segura y sólo usando tu móvil. Este es uno de los usos más importantes de estas herramientas que pueden… ¡Salvarte la vida!